miércoles, 25 de febrero de 2009

Meménto, homo, quia pulvis es, et in púlverem revertéris.

TIEMPO DE CUARESMA.
La Cuaresma es el más antiguo, el más rico y uno de los más interesantes de los tiempos litúrgicos.
El recuerdo que domina en él es el ayuno de nuestro Señor en el desierto durante cuarenta días. El carácter propio de esta época es la penitencia. Para comprender bien el carácter de la liturgia de Cuaresma hay que tener presente dos elementos que han desempeñado un importante papel en su formación.
Es el primero, que la Cuaresma era una preparación para el bautismo. En la antigüedad, el bautismo era conferido a los adultos en la noche de Pascua. Los catecúmenos se preparaban para tan solemne acto durante esos cuarenta días.
Además, la Cuaresma era la época en que los cristianos que se había hecho culpables de gravísimas faltas, eran sometidos a una severa penitencia. La Iglesia, con todo, no los abandonaba. Al empezar la Cuaresma, cubrían su cabeza con ceniza en señal de penitencia y de duelo. El rito que se celebra el Miércoles de Ceniza, y que se aplica ahora a todos los cristianos, es sólo un recuerdo de ella.
Para pasar santamente la Cuaresma, según la mente de la Iglesia, hemos de practicar cuatro cosas:
1) Guardar exactamente el ayuno y mortificarnos, no sólo en las cosas ilícitas y peligrosas, mas también en cuanto se pueda en las lícitas, como sería moderarse en las recreaciones.
2) Darnos a la oración y hacer limosnas y otras obras de cristiana piedad con el prójimo, más que de ordinario.
3) Oír la palabra de Dios, no ya por costumbre o curiosidad, sino con deseo de poner en práctica las verdades que se oyen.
4) Andar con solicitud en prepararnos a la confesión para hacer más meritorio el ayuno, y disponernos mejor a la Comunión pascual.
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Miércoles de Ceniza.
Meménto, homo, quia pulvis es, et in púlverem revertéris.
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Antes de la Misa conventual o parroquial se bendice la ceniza, sacada de los ramos benditos del año anterior. Los ministros del altar usan ornamentos morados, cual corresponde a ese rito penitencial. Tanto los textos como el canto que los acompaña son una exhortación a la compunción del corazón y a la penitencia y enmienda de la mala vida pasada. Asistamos con devoción y santa tristeza a esta ceremonia venerable que nos introduce en el ayuno de la sagrada Cuaresma, y al llegarnos el turno para recibir la ceniza bendita, inclinemos humildemente la cabeza, y acatemos con resignada sumisión la sentencia de muerte que, en nombre del Creador, nos dicta a cada uno hoy la Santa Iglesia.

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