La estación es de San Pablo. Junto a la tumba de este Apóstol debíamos recogernos y meditar: que, si queremos salvarnos, es necesario dejar de pecar y seguir a Cristo.
El Introito refleja las tristes circunstancias en que fué compuesta la Misa, cuando los longobardos arrasaban a sangre y fuego a Italia. También nosotros fuimos reducidos a miserable condición por el pecado; pidamos al Señor que tenga piedad de nosotros y nos libre de ese cautiverio.
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INTROITUS S. 43, 23-26. Exsúrge, quare obdórmis, Domine? exsúrge, et ne repéllas in finem: quare fáciem tuam avértis, oblivísceris tribulatiónem nostram? adhaesit in terra venter noster: exsúrge, Dómine, ádjuva nos, et libera nos.
(Ps. ibid., 2) Deus, áuribus nostris audívimus: patres nostri annuntiavérunt nobis. V. Glória.
(Ps. ibid., 2) Deus, áuribus nostris audívimus: patres nostri annuntiavérunt nobis. V. Glória.
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Introito. Levantaos, oh Señor, ¿por qué hacéis como que dormís? Levantaos, y no nos desechéis para siempre. ¿Cómo es que retiráis de nosotros vuestro rostro, y os olvidáis de nuestra tribulación? Estamos pegados con nuestro pecho está abatido hasta el polvo. Levantaos, oh Señor, socorrednos y libradnos.
Ps. Oh Dios, por nuestros oídos hemos oído; nuestros padres nos han contado tus maravillas. Gloria al Padre... Levantaos, oh Señor...
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